Y es ahora, mientras veo los cuestionados
84 kilos de Andre Pierre Gignac, que me alegro de que un francés se unte de lo
que es Latinoamérica. Que se de cuenta que aquí las cosas no son fáciles. Que
aquí no sólo tienes que jugar al fútbol, tienes que sudar el fútbol. Puedes ser
efectivo y hacer pases y uno que otro gol y ser guapo y todo lo demás. Pero si
en el minuto 89 no corres un balón, de nada vale. O te barres o te vas.
Generalmente y por este tipo de
situaciones, los escasos jugadores de renombre que han emigrado del viejo al
nuevo continente, han durado muy poco. No rinden, no se adaptan, su estilo de
juego no encaja.
Uno de los casos más recientes en el
ámbito nacional fue el de André Krul, el portero holandés que jugó 18 partidos
en el Boyacá Chicó. Para su infortunio, tuvo que pasar luego al fútbol
puertorriqueño, algo que ni siquiera está a la altura de la liga de Qatar. Pero
como todo tiempo pasado fue mejor, fue por allá en las décadas de los
cincuentas, sesentas y setentas cuando uno que otro jugador europeo militó en
clubes colombianos. Sea esta la historia de Dragoslav Sekularac, un yugoslavo
que jugó para los dos equipos de Bogotá, ganando una estrella con el azul.
Apartándose un poco de la historia, vamos
a analizar lo que realmente nos interesa en este blog (si es que no lo han
notado aún): la cultura que se vive alrededor de este tipo de situaciones. Las
circunstancias por las que pasan estos jugadores y el por qué se puede contar
con los dedos de la mano el número de “extranjeros” que han venido a jugar a
Latinoamérica.
Todos sabemos lo costoso que puede llegar
a ser el mantenimiento de un Messi. Sus médicos, su alimentación, su
entrenamiento, sus caprichos, etc. Se supone que España sigue al borde de la
quiebra, pero Cristiano Ronaldo recibe de quincena 708 mil euros. Eso son, mal
contados, dos mil millones de pesos. Un día como hoy el portugués se hizo
treinta millones de pesos. Eso es, según el Daily Mail, el salario promedio
mensual de un jugador en Colombia.
Segundo, si va a recibir menos, de qué le
sirve venirse si sus goles, sus jugadas, sus gambetas no van a tener tanto eco
a como si las efectuara en el Parque de los Príncipes. A nadie del otro lado le
vas a importar si estás acá. Seguramente habrá un pequeño separate sobre
“Gignac sigue haciendo goles”. Y puede que Gignac esté haciendo tres veces más
goles que cualquiera en Europa, pero nadie entenderá qué es Pachuca, o quién es
Edwin Cardona.
Y tercero, como lo expliqué al principio,
si optas por venirte a la tierra prometida, a ganar menos y a que te olviden en
tu país, todavía te falta enfrentar el factor más difícil: la hinchada. El
frenesí del fanático latinoamericano es exorbitante. Aquí te van a exigir por
todo. Esto no es el Olimpo donde llegas en Ferraris o donde te puedes dar el
lujo de jugar al mendigo futbolista en una plaza pública. Tampoco vas a
aparecer en vallas enormes con un ostentoso reloj en tu muñeca. Pero te aseguro
que habrá una recompensa descomunal que ni una isla griega te podrá arrebatar:
el amor. Que coreen tu nombre, que te apoyen en los momentos de gloria y en los
no tan buenos. Que cuando toques la grama sientas que el estadio se va a caer
por el clamor hacia ti.
No es fácil llegar. Toma tiempo (y
títulos). Pero ha de ser lo más satisfactorio que podría llegar a tener un
jugador de fútbol.
Ojo, no estoy en contra de que los
europeos vengan acá. Sería estupendo que México se convirtiera en el próximo
Turquía, o que Brasil fuera el siguiente China. Y por qué no, que Colombia sea
el destino de retiro de jugadores que jamás imagináramos vendrían. Pero para
ello necesitamos dos cosas: que nuestros jugadores más ilustres dejen los
guayos en el club de sus amores, donde se iniciaron, para mostrarle al mundo
sus orígenes; y una buena administración tanto de los equipos como de la
Dimayor para que cada vez las ganancias sean mayores y sea posible pagar esos 2
mil millones de pesos quincenales.
Los tres de reposición de la semana: el
sábado todos atentos que debuta el campeón de la Premier League; WIN llegando a
todos los operadores de televisión; James que ha hecho más goles que sus
compañeros y en menos tiempo.
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