jueves, 27 de agosto de 2015

El muro de Cúcuta

¡Están desterrando a los nuestros! Los frutos que maduran a lo largo de las trochas que demarcan nuestras fronteras no paran de llorar al ver a nuestros connacionales sufrir e irse devastados de los lugares que los vieron añejarse. Y son esos viejos de cabellos maduros quienes prenden bombas con algunas de las recetas menos ortodoxas del mercado. Para nadie es un secreto que la situación se basa más en intereses políticos que de seguridad nacional. Segregación, odio, violencia, son instigadores de la bipolarización de dos países que un señor Bolívar alguna vez quiso que sólo los dividiera el río, no fronteras ni leyes.

Estado de excepción es lo que hay. Excepción de democracia es lo que mas bien hay. La democracia está rota, como las familias que han tenido que perecer un maltrato y acciones intolerables por parte de algo llamado “Guardia”. En guardia se están empezando a situar los ejércitos de ambos lados, ante un posible caldeo de ánimos.

Mil ochenta y ocho víctimas han tenido que escapar de los tentáculos de la revolución bolivariana. Es una crisis humanitaria. ¡Nada que envidiarle a Siria o a Gaza! Hoy volvió la lucidez que tanto ilumina Miraflores y esta vez nos enseñaron que la Guerra Fría fue antes de la independencia de cualquier nación en el Nuevo Mundo. En lo que sí acertó esta vez el jefe de estado, entre tantos discursos incendiarios, fue el ámbito en el que ubicó su desfachatez.

La Guerra Fría; las dos potencias, la carrera armamentística y del espacio, las dos ideologías: capitalismo y comunismo, los dos berlines, la gente que escapaba del magnicidio soviético hacia la libertad americana.
Y ahora, la gente que escapa del magnicidio bolivariano, untado de un quebrantado socialismo, hondo de dudas y pando de objetivos; acciones intolerables por el hecho de portar un pasaporte que enuncia “Colombia”; casas demarcadas con una D de “demolición”, como si esto fuera una distopía donde todos huyeran ante el demolido estado que actúa con negligencia pero sin inteligencia.

“Sensatez, firmeza, eficacia” le piden a los santos del lado occidental de la frontera.
Se necesita una redada como las que elabora con congruencia la Guardia, y no es la Guardia que acompaña a Santa Fe, es la Guardia Nacional. Pero dicha redada tiene que ser en la diplomacia de las dos naciones. Es la única salida.

Ya hay venezolanos escapando de su propia nación, tal y como los berlineses del este lo hicieron antes de que una pared de concreto los aislara del mundo occidental, del mundo real. Antes de que sean socavados por el idealismo corrupto, adulterado y mezquino.

Unos por un lado tienen el respaldo del Tío Sam. Y los otros, del gran oso del norte. Si la situación empeora, la envergadura del conflicto podría engendrar, ahí sí, algo similar a la Guerra Fría –¡qué tan atinado y educado es el heredero de la espada de Bolívar!-.

Con contundencia pero con prudencia es como debe actuar el lado occidental. Con prudencia, claro. Pero más que todo con contundencia. En unos días veremos al líder del ejecutivo colombiano recreando el discurso de Reagan en el cual exigía casi a gritos que el muro sea derribado.

La crisis no sólo pide que sea derrumbado el muro, sino que el lado oriental sea intervenido quirúrgicamente, con mucha anestesia y un posoperatorio duradero, que proporcione un estado estable y próspero.

Mientras tanto, podremos seguir disfrutando de las clases culturales que nos brindan las mentes más maduras de nuestros tiempos.


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