¡Están
desterrando a los nuestros! Los frutos que maduran a lo largo de las trochas
que demarcan nuestras fronteras no paran de llorar al ver a nuestros connacionales
sufrir e irse devastados de los lugares que los vieron añejarse. Y son esos
viejos de cabellos maduros quienes prenden bombas con algunas de las recetas
menos ortodoxas del mercado. Para nadie es un secreto que la situación se basa
más en intereses políticos que de seguridad nacional. Segregación, odio,
violencia, son instigadores de la bipolarización de dos países que un señor
Bolívar alguna vez quiso que sólo los dividiera el río, no fronteras ni leyes.
Estado
de excepción es lo que hay. Excepción de democracia es lo que mas bien hay. La
democracia está rota, como las familias que han tenido que perecer un maltrato
y acciones intolerables por parte de algo llamado “Guardia”. En guardia se
están empezando a situar los ejércitos de ambos lados, ante un posible caldeo
de ánimos.
Mil
ochenta y ocho víctimas han tenido que escapar de los tentáculos de la
revolución bolivariana. Es una crisis humanitaria. ¡Nada que envidiarle a Siria
o a Gaza! Hoy volvió la lucidez que tanto ilumina Miraflores y esta vez nos
enseñaron que la Guerra Fría fue antes de la independencia de cualquier nación
en el Nuevo Mundo. En lo que sí acertó esta vez el jefe de estado, entre tantos
discursos incendiarios, fue el ámbito en el que ubicó su desfachatez.
La
Guerra Fría; las dos potencias, la carrera armamentística y del espacio, las
dos ideologías: capitalismo y comunismo, los dos berlines, la gente que
escapaba del magnicidio soviético hacia la libertad americana.
Y
ahora, la gente que escapa del magnicidio bolivariano, untado de un quebrantado
socialismo, hondo de dudas y pando de objetivos; acciones intolerables por el
hecho de portar un pasaporte que enuncia “Colombia”; casas demarcadas con una D
de “demolición”, como si esto fuera una distopía donde todos huyeran ante el
demolido estado que actúa con negligencia pero sin inteligencia.
“Sensatez,
firmeza, eficacia” le piden a los santos del lado occidental de la frontera.
Se
necesita una redada como las que elabora con congruencia la Guardia, y no es la
Guardia que acompaña a Santa Fe, es la Guardia Nacional. Pero dicha redada
tiene que ser en la diplomacia de las dos naciones. Es la única salida.
Ya
hay venezolanos escapando de su propia nación, tal y como los berlineses del
este lo hicieron antes de que una pared de concreto los aislara del mundo
occidental, del mundo real. Antes de que sean socavados por el idealismo
corrupto, adulterado y mezquino.
Unos
por un lado tienen el respaldo del Tío Sam. Y los otros, del gran oso del
norte. Si la situación empeora, la envergadura del conflicto podría engendrar,
ahí sí, algo similar a la Guerra Fría –¡qué tan atinado y educado es el
heredero de la espada de Bolívar!-.
Con
contundencia pero con prudencia es como debe actuar el lado occidental. Con
prudencia, claro. Pero más que todo con contundencia. En unos días veremos al
líder del ejecutivo colombiano recreando el discurso de Reagan en el cual
exigía casi a gritos que el muro sea derribado.
La
crisis no sólo pide que sea derrumbado el muro, sino que el lado oriental sea
intervenido quirúrgicamente, con mucha anestesia y un posoperatorio duradero,
que proporcione un estado estable y próspero.
Mientras
tanto, podremos seguir disfrutando de las clases culturales que nos brindan las
mentes más maduras de nuestros tiempos.
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