miércoles, 25 de marzo de 2015

Sobre la equivocidad de los amistosos

Este cuento de los blogs me ha parecido perfecto; nunca había caído en cuenta la cantidad de inflexiones que tiene el mundo, la vida y el entorno a lo largo de los días. O de las semanas, para ponerlo en términos de nuestra periodicidad.

Son tantas las ocurrencias que suceden diariamente que el problema no conviene a ¿qué escribir? Sino a ¿qué escribir? Es tan extenso el repertorio de temas que no alcanza un concierto para tocar todos los éxitos.

El día de hoy un amigo me preguntó ¿Qué es Bahréin? Me hizo la pregunta con un tono refiriéndose a como si fuera de un gremio de personas que prestan el servicio de jugar partidos amistosos cuando una selección no logra encontrar un rival parejo a su categoría; o como si fuera el apodo de los sparrings nacionales cuyo único fin es darle un aire y un estilo distinto a los partidos de entrenamiento de un equipo nacional.

Pues, amigo,  el Reino de Bahréin es un estado soberano insular ubicado en el Golfo Pérsico frente a las costas de Arabia Saudita. Vive del petróleo como sus colindantes, su capital se llama Manama y viven en el mundo un millón doscientos mil bahreiníes. 22 de estos hacen parte del seleccionado de fútbol de Bahréin, cuyo mayor orgullo fue haber llegado hasta el repechaje de la Copa del Mundo, donde fue derrotado por Nueva Zelanda, el rival que todos quieren en su grupo. Pues amigo, también te recuerdo que es este mismo seleccionado el que mañana enfrentará a la tricolor.

Para un país como Colombia existen tres variables cuando llega la tan abominable fecha FIFA, que nos excluye de Champions, de Libertadores y de Premier. Afortunadamente la Dimayor es razonable y sabe que la cantidad de jugadores que disputan el campeonato local y son llamados a sus seleccionados nacionales es tan grande que no hay necesidad de aplazar los partidos de la Liga Águila.

Si el equipo de don José se enfrenta a un equipo grande, fuerte, robusto, que hoy en día puede considerarse de “su altura” y pierde, es normal: “el equipo jugó bien, hubo tanto individualidades como colectivismo, se destacó el juego de x jugador pero por su historia, España se impuso”.
Ahora, si gana, es euforia nacional. Euforia diluida en un trago agridulce porque “el equipo jugó muy bien, hubo tanto individualidades como colectivismo, extraordinaria la tarea de x jugador, pero hay que recordar que España jugó con un equipo mixto dado a que está con miras a su encuentro contra Inglaterra.

En síntesis, jugar contra un equipo de categoría (el último serio fue Holanda en noviembre de 2013) siempre dejará buenas impresiones del equipo, pierda o gane.

Si Colombia se enfrenta contra un equipo que está ubicado en el puesto 104 del ranking, por debajo de Tanzania o Antigua y Barbuda (ojo con los pases milimétricos del 10 de Antigua, dicen que es el nuevo Messi), la certeza y la autenticidad del triunfo van a ser inciertos. Porque, de nuevo: si gana 4-0, (que viene siendo un resultado pobre frente a la 104), fue porque era obvio que eso sucedería ya que era la 104. Pero si gana 1-0, escenario preferido por nuestros jugadores, llegan las críticas, el terror y el miedo a los diarios, a las conversaciones y al twitter. Y comienzan las críticas.

En cuanto al equipo elegido para enfrentar a la 104 me parece adecuado y me atrevería a agregarle otro par de jugadores del fútbol local. Estamos viviendo el final de un ciclo de jugadores que nos dieron la alegría más inmensa en la historia del fútbol colombiano. Claro, en este momento hay que situar todas las miras en la Copa América. Pero así como en el desarrollo económico, social y urbano que tanto carece el país, hay que mirar hacia más allá. Empezar a pensar en Rusia. ¿Y si la pesadilla de Falcao continúa? ¿La lesión seguirá agobiando a Zúñiga? ¿Ya estará rondando por la cabeza de Aguilar la palabra “retiro”? Son muchas incógnitas que es obligatorio solucionarlas desde ya por que en cualquier momento llega el largo plazo y coge a Colombia descuidada.

A veces los amistosos pueden ser de gran utilidad si se sabe escoger con precisión el oponente. En la mayoría de los casos el resultado, sea cual sea, no va a dejar del todo contento o frustrado al público. La seriedad y el empeño con el que juegan los players se achica a la mitad y muchas veces la duda y la preocupación terminan rondando a la opinión pública y al mismo director técnico.


Y cuidado con el nueve de Bahréin…

miércoles, 18 de marzo de 2015

Sobre los festivales

Ya era hora de que a Colombia le llegara su hora. Redundancia de conceptos pero es cierto. Y esta vez no hablo ni de la inversión extranjera, ni de las exportaciones ni del aumento del turismo. Factores que, de igual manera, son un augurio de esperanza para un país que oculta su eterna crisis con la folclórica frase de “somos el país más feliz del mundo” o la tradicional “lo mejor de Colombia es su gente”.  Sí, esa misma que por boicotear precisamente el tema que se tocará hoy, arma un sinfín de ridiculeces que lo único que realza es, su torpeza.

Retomemos el rumbo y vayamos al tema central: cada vez más, entre más se ve afectado por tantas críticas, más fuerza, renombre y reputación va tomando el Festival Estéreo Picnic. Este año no tuve la fortuna de ir como lo hice el año pasado. Pero según me contaron y pude apreciar en las ochocientas millones de fotos que me inundaron las redes sociales, el aspecto, la organización y la adecuación del lugar fue similar.

Como era de esperarse, las críticas iniciaron desde el día cero:  una vez se terminó de anunciar el lineup de este años con la presencia de Calvin Harris, los internautas ya iban por la mitad de la redacción de sus mensajes de descontento ante la baja “calidad” de artistas que venían a Bogotá en marzo de este año. Miren, el único precedente de que dos “superartistas” hayan tocado sobre la misma tarima fue cuando en una misteriosa fiesta-concierto en Cali en 1992, Roger Daltrey (The Who) y David Gilmour (David Gilmour, tenga grupo o no) tocaron juntos un par de canciones. ¿Cómo no se van a conformar con Kings of Leon, Andrés Calamaro, Foster the People o el mejor guitarrista activo hoy en día (claro, sin contar los extraterrestres de Keith Richards o Jimmy Page), Jack White?

Les quiero comentar que este mismísimo repertorio, con unas modificaciones especialmente de artistas locales, fue el mismo que dos días después tocó en el Lollapalooza de Chile y 7 más tarde, en el Lollapalooza de Argentina.  Así que no digan que en Colombia las cabezas de repertorio son los secundarios de otros festivales.
Un rápido ejemplo. Glastonbury, considerado por quien le escribe el festival de mayor importancia en el mundo es llevado a cabo en julio de cada año en Somerset, UK. Confirmado para este año están los Foo Fighters, quienes dieron rotundamente el concierto del año en Colombia hace dos meses en el Campín. Rumores hay varios, entre ellos Katy Perry (confirmada para octubre); Kanye West (que mejor no venga); Alt-J (aquí estuvo en el FEP); Foals (le abrió a Red Hot Chili Peppers en septiembre de 2011); Rihanna y Pharrell Williams. Argumento número uno desmentido.

Una vez se cansaron de criticar a la banda que había armado Estéreo Picnic (productores que según he visto no superan los cuarenta años, digno de admirar), los comentarios se centraron en sus billeteras. Como siempre, el colombiano indignado e indispuesto a pagar una suma de dinero por algo que sí vale la pena y ojo, más importante aún, de calidad. De nuevo, al tablero y a hacer cuentas. En la última etapa, que era la más cara, el combo de 3 días costaba 595.000 pesos. Esos son 198 mil pesos por día, o 9 mil pesos por artista. 9 mil pesos por ver a Rudimental o 18 mil para ver a Rudimental más The Kooks. No esperen. 27 mil pesos para tener en una tarima enfrente a Kings of Leon, el pasado y el presente de Aterciopelados  y al intratable Jack White. 27 mil pesos es lo que cuesta un pasaje en bus a Tunja y la lechona en el trayecto. Yo me inclinaría por la lechona. Yo, eh.

Para contextualizar un poco más, Imagine Dragons (próximo 21 de abril en el inestable e impar Simón Bolívar), grupo que en el escenario deja a un lado lo comercial y se pone el atuendo de músico profesional y experimental, están cobrando una tercera parte del combo de los tres días de Estéreo Picnic. Es decir, la disyuntiva está entre ver tres veces a Imagine Dragons o ver a 61 artistas. Yo aún sigo optando por la lechona.

Por último quería resaltar un aspecto que me dejó atónito y que cada vez que toqué el tema del festival en estos días hablaba con una perplejidad sobe el asunto. La organización, la logística, el manejo de las personas, las instalaciones, el montaje y la ubicación de los distintas áreas dentro del complejo fueron factores que de verdad sí dejan una muy buena impresión de la gestión de los realizadores. O es que las demás compañías nos tienen muy mal acostumbrados que a cualquier asomo de decencia quedamos desconcertados. Este hecho fue el que me dejó a mí, y espero que a muchas más personas, un dulce sabor de lo que está por venir en el país en materia de conciertos y eventos de participación masiva. Ya era hora que pudiéramos tapar ese hueco en el que nos estábamos socavando tanto.


Espero que quienes hayan tenido la fortuna de ir (especialmente el jueves) hayan gozado el concierto, la música y el ambiente. Y que hayan gozado un evento de semejante envergadura en su país. Esperaremos con ansias el siguiente Estéreo Picnic y el anuncio de nuevos festivales por venir.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Sobre el respeto


Tal vez no. Con ese título no me dan ganas de leer esto. Me esperaría un tedioso ensayo sobre la moral y la ética. De esos que teníamos que leer cuando incurríamos a una travesura en el colegio a los 12 años. Pues por ahí va. No con el ánimo de hacer reflexionar sobre lo que hemos hecho, sino lo que somos. Y más importante: lo que veneramos. ¿Cuántos jóvenes en Rosario (Argentina) no tendrán pegados en sus paredes con inconsistencia fotos o afiches desteñidos de uno de los hijos más prodigiosos de la ciudad en los últimos tiempos? ¿O cuantos no habrán cambiado el fondo de su celular con una imagen de la camiseta número 22 del Real Madrid?

Triste saber que este personaje, el protagonista de la columna de hoy, quien tras tanto esfuerzo, trabajo y dedicación llegó a asistirle a Cristiano Ronaldo; o que a su vez llegó a ser nombrado el mejor jugador de la final de la Champions en Lisboa por su formidable actuación, esté en el ojo de las críticas por su formidable comportamiento de patán el pasado lunes cuando su equipo, el decaído Manchester United se jugaba la temporada por el único título que todavía podía obtener.

Faltaban casi 30 minutos para el final en un partido -como todos- inestable y duro para los de Manchester: sigue sin encontrarse, su director técnico pone dos volantes de ataque en la punta teniendo a un nueve entero de área –quien por más que su desempeño no sea el mejor actualmente puede tener la pericia para hallar el gol con más facilidad- y donde la ley del ex no se ausentó. Fue ahí cuando este jugador, con bronca por haber sido amonestado por actuación, “sujetó” con rabia la espalda del árbitro. Como si fuera su tío el que estuviera dirigiendo el juego y sus adversarios fueran sus primos. Como si estuviera en un bar y el colegiado le estuviera coqueteando a su señora. Fue el mismo gesto que hubiera hecho un niño de 12 años. Pero él tiene 27 años. Y se hace 280 mil libras a la semana. Y es padre de familia. Y es una imagen que la estaba viendo todo Inglaterra y medio mundo, porque la otra mitad seguramente lo vio después.

“No tiene excusa. No fue inteligente de su parte”. Dijo su jefe, el tosco e indescifrable holandés.  Pero claro que no fue inteligente de su parte. A quién se le ocurriría dejar a su equipo al borde del abismo con tantas variantes negativas: perdiendo, en casa, en fase de enfrentamiento directo, con uno menos. Lo que es más irónico es que la acción vino derivada de su rabia por haber sido amonestado por una falta que supuestamente le cometieron. Pues  adivinen qué: ¡Tampoco había sido falta! El arbitro fue claro y determinante: en 30 segundos lo expulsó por tramposo. Y eso que le dio una segunda oportunidad…

Puede que venga de jugar de un país donde tanto jugadores como espectadores tengan la imagen del árbitro como un ser que les hace la vida imposible y por eso no merece su respeto. Pues tocar al árbitro está prohibido en todos los países, sólo que unos lo castigan más fuerte que otros.

O a lo mejor el 7 del Manchester United jamás hizo la tarea de leer algún texto sobre el respeto cuando fue al colegio.

lunes, 2 de marzo de 2015

De vuelta

Hola de nuevo. Sería muy vergonzoso y algo descarado de mi parte pedir perdón por haberme ausentado por tan largo tiempo. La disciplina y las ganas no confluyeron para que este blog tomara un rumbo. Porque eso sí, temas sí habían. Procuraré dejar una entrada en un día entre semana fijo. Mientras se concreta el día variará, pero por ahora tengo pensado que los miércoles será el día adecuado.
Mientras pienso (entre tantos) un tema para la siguiente entrada, les dejo un escrito que hice hace unos meses para mi clase de comunicación oral. El título lo dice todo.
Saludes

¿Innovación Musical?

Lo antiguo está de moda. Lo “vieja escuela” es la tendencia ahora. Productos de otras épocas, tales como los vinilos y los tocadiscos están resurgiendo. La gente está dejando a un lado las descargas ilegales, se animó a optar por un mejor servicio, por un producto más legal, por una mejor calidad.

Todo esto lo reflejan las cifras. En el 2013, sólo en el Reino Unido se vendieron 780 mil álbumes en vinilo, cifra que sólo fue sobrepasada por los 817 mil vendidos en 1997, hace 17 años. Esta cifra superó además en un 101 por ciento a las ventas del 2012. Esta es una cifra considerable, sabiendo que entre los años 2007 y 2011 el promedio de vinilos vendidos fue de 240 mil por año.

Para nadie es un secreto que el estereotipo de un típico comprador de vinilos es un hombre de mediana edad, que visita tiendas a punto de la quiebra, en donde el empleado, un conocido suyo, le recomienda lo último que le llegó, que paradójicamente son antiguos vinilos de épocas remotas, llenos de polvo y olvido.
Cabe aclarar que en Colombia este concepto es escasamente conocido, ya que nuestro país por más que sea un gran exportador de talento musical, su mercado no es tan variado ni hay tanta afición por parte del consumidor como lo es en Estados Unidos e Inglaterra.

Para complementar las ventas del vinilo, la resurrección del tocadiscos, impulsada por esa nostalgia de jamás olvidar el pasado, también ha ayudado a volver a las costumbres antiguas. Actualmente se ofrece toda una nueva gama de tocadiscos, que no sólo prestan el servicio de reproducir los vinilos, sino que puede reproducir los vinilos de 7, 10 y 12 pulgadas y existen unos que pueden convertir el contenido de estos a formatos actuales como el mp3 o convertirlos en discos compactos.

En cuanto a calidad, la diferencia es relevante. En términos básicos, un vinilo es una grabación analógica, mientras que un CD o lo que reproduce un computador es una grabación digital. ¿Cuál es la diferencia? Por naturaleza, el sonido natural es análogo.     Es decir, las ondas que transmite son completas. El sonido digital, en cambio, captura tomas al sonido análogo (unas 42.100 veces por segundo). Esto no parece muy importante, ya que tomar 42.100 muestras por segundo es asemejar el sonido natural en altas dimensiones, pero no es lo mismo. De hecho es muy fácil notarlo cuando se reproducen dos canciones iguales, una en un reproductor de audio y la otra en un tocadiscos. Se siente la pureza del vinilo, es un sonido muy limpio, como si la música estuviera ahí, como si fuera palpable. Como lo declara Jack White uno de los compositores, autores y productores más reconocidos del momento: “el vinilo es el verdadero asunto, hasta que no se obtiene el vinilo, uno no cuenta con el álbum de verdad.”[1]

Claro está que mantener un tocadiscos tiene sus complicaciones, ya que hay que cuidar y limpiar periódicamente los vinilos, así como cambiar la aguja cada cierto tiempo. Pero todas estas atenciones lo valen.

Pero bueno, este ensayo no se escribió con el fin de atacar la música digital, sino usarla como sustento para demostrar que servicios como iTunes o el Amazon MP3 Store, o aquellos que últimamente están ganando fuerza llamados music streaming (como lo son Deezer o Spotify) le están haciendo el “quite” a la piratería, ya que no sólo le generan ingresos a las compañías discográficas, que hasta hace poco alcanzaron a mendigar, sino que le proporcionan al oyente una satisfacción en cuanto al sonido y en cuanto a la moral, al apoyar la industria.

No obstante, se puede apreciar el considerable acogimiento que han tenido estas nuevas tendencias. En febrero del año pasado, a pesar de la caída que tuvo en las ventas (la primera en su historia), iTunes había vendido su canción número 25 billones. Esto haciendo cálculos, significa que cada uno de los 7 billones de habitantes que tiene la tierra ha descargado 2 canciones, desembolsando unos 2 dólares. Y eso que iTunes representa el 64 por ciento del mercado. Cifras inverosímiles diría yo.


Nadie puede negar que jamás descargó una canción ilegal por Kazaa, Limewire o Ares. Sí, el autor los conoce todos porque todos los utilizó y en ese orden, a medida que las autoridades los iban clausurando. Hasta que ya llega un punto en donde, cansado por la mala calidad y con el temor de contraer algún virus (o a la policía en su casa), optó por hacer el intento de comprar canciones legales por iTunes, que hoy en día ya contabilizan unos 600 dólares en gastos y sin arrepentimiento alguno.

Ahora, son géneros tales como el reggaetón que causan que aumente la piratería, al no ser un género tan conocido y al ser sus canciones tan difíciles de conseguir y la actitud de sus oyentes de descargarlas sin importar la calidad o las repercusiones.
“Despiértenme cuando pase el reggaetón!” dijo alguna vez Gustavo Cerati durante un concierto. Por ahora, parece que el reggaetón le está ganando la batalla al legendario vocalista de Soda Stereo.

En nuestro país, inclusive, hace poco se interpuso una acción popular por un abogado, quien expresaba su incomodidad ante este género ya que sus letras incitan, entre otros, al consumo de drogas. Letras que además son cantadas por personas que algunas tienen un escaso (sino nulo) conocimiento del mundo musical y de las técnicas vocales básicas. Vienen además acompañadas de un simple ritmo, sin el mayor grado de complejidad. La ex cantante del grupo Aterciopelados, Andrea Echeverri le lanza una fuerte crítica a este género en su canción “Métetelo” en donde le exige respeto a las mujeres y le dice “no” a la promiscuidad, término que es señalado constantemente de una manera implícita por el reggaetón.

En términos generales, se puede concluir que se están volviendo a las antiguas épocas, en donde la música no era sólo un ruido de fondo, sino que de verdad se escuchaba, de verdad se sentía. Los aspectos señalados anteriormente demuestran que se está saliendo del declive de hace unos años, en donde reinaban oleadas de descargas ilegales.

Por ahora esperemos que el reggaetón se vaya. Y que Gustavo despierte.





Bibliografía:

-       Lachno, James. (2014) Vinyl sales highest for 15 years. The Telegraph. Recuperado el 9 de abril de 2014, en http://www.telegraph.co.uk/culture/music/music-news/10556186/Vinyl-sales-highest-for-15-years.html
-       Is the sound on vinyl records better than on CD’s or DVD’s?. (s.f). Recuperado el 7 de abril de 2014, de http://electronics.howstuffworks.com/question487.htm
-       Jones, Chuck (2013) iTunes Hits 25 Billion Songs Sold. Forbes. Recuperado el 10 de abril de 2014, en http://www.forbes.com/sites/chuckjones/2013/02/06/itunes-hits-25-billion-songs-sold/
-       Acción popular busca prohibir el reggaetón en Colombia. (2011) Revista Semana. Recuperado el 24 de abril de 2014, en http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/accion-popular-busca-prohibir-reggaeton-colombia/238375-3





[1] Tomado de: http://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=126388123