Este cuento de los blogs me ha parecido
perfecto; nunca había caído en cuenta la cantidad de inflexiones que tiene el
mundo, la vida y el entorno a lo largo de los días. O de las semanas, para
ponerlo en términos de nuestra periodicidad.
Son tantas las ocurrencias que suceden
diariamente que el problema no conviene a ¿qué escribir? Sino a ¿qué escribir?
Es tan extenso el repertorio de temas que no alcanza un concierto para tocar
todos los éxitos.
El día de hoy un amigo me preguntó ¿Qué
es Bahréin? Me hizo la pregunta con un tono refiriéndose a como si fuera de un
gremio de personas que prestan el servicio de jugar partidos amistosos cuando
una selección no logra encontrar un rival parejo a su categoría; o como si
fuera el apodo de los sparrings nacionales cuyo único fin es darle un aire y un
estilo distinto a los partidos de entrenamiento de un equipo nacional.
Pues, amigo, el Reino de Bahréin es un estado soberano
insular ubicado en el Golfo Pérsico frente a las costas de Arabia Saudita. Vive
del petróleo como sus colindantes, su capital se llama Manama y viven en el
mundo un millón doscientos mil bahreiníes. 22 de estos hacen parte del
seleccionado de fútbol de Bahréin, cuyo mayor orgullo fue haber llegado hasta
el repechaje de la Copa del Mundo, donde fue derrotado por Nueva Zelanda, el
rival que todos quieren en su grupo. Pues amigo, también te recuerdo que es
este mismo seleccionado el que mañana enfrentará a la tricolor.
Para un país como Colombia existen tres
variables cuando llega la tan abominable fecha FIFA, que nos excluye de
Champions, de Libertadores y de Premier. Afortunadamente la Dimayor es
razonable y sabe que la cantidad de jugadores que disputan el campeonato local
y son llamados a sus seleccionados nacionales es tan grande que no hay
necesidad de aplazar los partidos de la Liga Águila.
Si el equipo de don José se enfrenta a un
equipo grande, fuerte, robusto, que hoy en día puede considerarse de “su
altura” y pierde, es normal: “el equipo jugó bien, hubo tanto individualidades
como colectivismo, se destacó el juego de x jugador pero por su historia,
España se impuso”.
Ahora, si gana, es euforia nacional.
Euforia diluida en un trago agridulce porque “el equipo jugó muy bien, hubo
tanto individualidades como colectivismo, extraordinaria la tarea de x jugador,
pero hay que recordar que España jugó con un equipo mixto dado a que está con
miras a su encuentro contra Inglaterra.
En síntesis, jugar contra un equipo de
categoría (el último serio fue Holanda en noviembre de 2013) siempre dejará
buenas impresiones del equipo, pierda o gane.
Si Colombia se enfrenta contra un equipo
que está ubicado en el puesto 104 del ranking, por debajo de Tanzania o Antigua
y Barbuda (ojo con los pases milimétricos del 10 de Antigua, dicen que es el
nuevo Messi), la certeza y la autenticidad del triunfo van a ser inciertos.
Porque, de nuevo: si gana 4-0, (que viene siendo un resultado pobre frente a la
104), fue porque era obvio que eso sucedería ya que era la 104. Pero si gana
1-0, escenario preferido por nuestros jugadores, llegan las críticas, el terror
y el miedo a los diarios, a las conversaciones y al twitter. Y comienzan las
críticas.
En cuanto al equipo elegido para
enfrentar a la 104 me parece adecuado y me atrevería a agregarle otro par de
jugadores del fútbol local. Estamos viviendo el final de un ciclo de jugadores
que nos dieron la alegría más inmensa en la historia del fútbol colombiano.
Claro, en este momento hay que situar todas las miras en la Copa América. Pero
así como en el desarrollo económico, social y urbano que tanto carece el país,
hay que mirar hacia más allá. Empezar a pensar en Rusia. ¿Y si la pesadilla de
Falcao continúa? ¿La lesión seguirá agobiando a Zúñiga? ¿Ya estará rondando por
la cabeza de Aguilar la palabra “retiro”? Son muchas incógnitas que es
obligatorio solucionarlas desde ya por que en cualquier momento llega el largo
plazo y coge a Colombia descuidada.
A veces los amistosos pueden ser de gran
utilidad si se sabe escoger con precisión el oponente. En la mayoría de los
casos el resultado, sea cual sea, no va a dejar del todo contento o frustrado
al público. La seriedad y el empeño con el que juegan los players se achica a
la mitad y muchas veces la duda y la preocupación terminan rondando a la
opinión pública y al mismo director técnico.
Y cuidado con el nueve de Bahréin…