miércoles, 18 de marzo de 2015

Sobre los festivales

Ya era hora de que a Colombia le llegara su hora. Redundancia de conceptos pero es cierto. Y esta vez no hablo ni de la inversión extranjera, ni de las exportaciones ni del aumento del turismo. Factores que, de igual manera, son un augurio de esperanza para un país que oculta su eterna crisis con la folclórica frase de “somos el país más feliz del mundo” o la tradicional “lo mejor de Colombia es su gente”.  Sí, esa misma que por boicotear precisamente el tema que se tocará hoy, arma un sinfín de ridiculeces que lo único que realza es, su torpeza.

Retomemos el rumbo y vayamos al tema central: cada vez más, entre más se ve afectado por tantas críticas, más fuerza, renombre y reputación va tomando el Festival Estéreo Picnic. Este año no tuve la fortuna de ir como lo hice el año pasado. Pero según me contaron y pude apreciar en las ochocientas millones de fotos que me inundaron las redes sociales, el aspecto, la organización y la adecuación del lugar fue similar.

Como era de esperarse, las críticas iniciaron desde el día cero:  una vez se terminó de anunciar el lineup de este años con la presencia de Calvin Harris, los internautas ya iban por la mitad de la redacción de sus mensajes de descontento ante la baja “calidad” de artistas que venían a Bogotá en marzo de este año. Miren, el único precedente de que dos “superartistas” hayan tocado sobre la misma tarima fue cuando en una misteriosa fiesta-concierto en Cali en 1992, Roger Daltrey (The Who) y David Gilmour (David Gilmour, tenga grupo o no) tocaron juntos un par de canciones. ¿Cómo no se van a conformar con Kings of Leon, Andrés Calamaro, Foster the People o el mejor guitarrista activo hoy en día (claro, sin contar los extraterrestres de Keith Richards o Jimmy Page), Jack White?

Les quiero comentar que este mismísimo repertorio, con unas modificaciones especialmente de artistas locales, fue el mismo que dos días después tocó en el Lollapalooza de Chile y 7 más tarde, en el Lollapalooza de Argentina.  Así que no digan que en Colombia las cabezas de repertorio son los secundarios de otros festivales.
Un rápido ejemplo. Glastonbury, considerado por quien le escribe el festival de mayor importancia en el mundo es llevado a cabo en julio de cada año en Somerset, UK. Confirmado para este año están los Foo Fighters, quienes dieron rotundamente el concierto del año en Colombia hace dos meses en el Campín. Rumores hay varios, entre ellos Katy Perry (confirmada para octubre); Kanye West (que mejor no venga); Alt-J (aquí estuvo en el FEP); Foals (le abrió a Red Hot Chili Peppers en septiembre de 2011); Rihanna y Pharrell Williams. Argumento número uno desmentido.

Una vez se cansaron de criticar a la banda que había armado Estéreo Picnic (productores que según he visto no superan los cuarenta años, digno de admirar), los comentarios se centraron en sus billeteras. Como siempre, el colombiano indignado e indispuesto a pagar una suma de dinero por algo que sí vale la pena y ojo, más importante aún, de calidad. De nuevo, al tablero y a hacer cuentas. En la última etapa, que era la más cara, el combo de 3 días costaba 595.000 pesos. Esos son 198 mil pesos por día, o 9 mil pesos por artista. 9 mil pesos por ver a Rudimental o 18 mil para ver a Rudimental más The Kooks. No esperen. 27 mil pesos para tener en una tarima enfrente a Kings of Leon, el pasado y el presente de Aterciopelados  y al intratable Jack White. 27 mil pesos es lo que cuesta un pasaje en bus a Tunja y la lechona en el trayecto. Yo me inclinaría por la lechona. Yo, eh.

Para contextualizar un poco más, Imagine Dragons (próximo 21 de abril en el inestable e impar Simón Bolívar), grupo que en el escenario deja a un lado lo comercial y se pone el atuendo de músico profesional y experimental, están cobrando una tercera parte del combo de los tres días de Estéreo Picnic. Es decir, la disyuntiva está entre ver tres veces a Imagine Dragons o ver a 61 artistas. Yo aún sigo optando por la lechona.

Por último quería resaltar un aspecto que me dejó atónito y que cada vez que toqué el tema del festival en estos días hablaba con una perplejidad sobe el asunto. La organización, la logística, el manejo de las personas, las instalaciones, el montaje y la ubicación de los distintas áreas dentro del complejo fueron factores que de verdad sí dejan una muy buena impresión de la gestión de los realizadores. O es que las demás compañías nos tienen muy mal acostumbrados que a cualquier asomo de decencia quedamos desconcertados. Este hecho fue el que me dejó a mí, y espero que a muchas más personas, un dulce sabor de lo que está por venir en el país en materia de conciertos y eventos de participación masiva. Ya era hora que pudiéramos tapar ese hueco en el que nos estábamos socavando tanto.


Espero que quienes hayan tenido la fortuna de ir (especialmente el jueves) hayan gozado el concierto, la música y el ambiente. Y que hayan gozado un evento de semejante envergadura en su país. Esperaremos con ansias el siguiente Estéreo Picnic y el anuncio de nuevos festivales por venir.

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